Queremos reír, mirar, tocar, curiosear, experimentar, inventar, imaginar, crear, soñar y jugar. ¡Y no queremos preocuparnos de nada más! Porque jugar es un deseo para vivir y amar el mundo que nos rodea.

Nuestros regalos estarán pensados para educar, liberar y construir. Queremos ser personas, no dobles vuestros. ¡Ei! ¡Esto no quiere decir que no podamos tener muchos regalos!

Los colores no tienen dueños ni jefes. El rosa y el azul nos pertenecen a todos y a todas. Por cierto el papel de regalo va al contenedor azul.

Las niñas podremos jugar a perseguir dragones como los niños. Estos podrán pedir auxilio sin riesgo de poner en juego su honor o los postres.

La sensibilidad no es de las niñas, es humana. Reivindicamos una Navidad con derecho a llorar, compartir los miedos e inquietudes incondicionalmente. Con los postres.

Queda totalmente prohibida cualquier frontera de género que divida los juguetes en femeninos y masculinos. ¡Nos gustan todos! ¡Y juntos son más!

La ropa es un elemento de expresión y, por lo tanto, no responde a presiones sociales, sino a la individualidad de cada persona. Menos estereotipados y más disfraces.

Nos reservamos el derecho a pintarnos la cara sin restricciones de color o forma, siempre y cuando no manchemos las cortinas o el sofá.

Queremos historias sin papeles predefinidos. Los libros de regalo tendrán que hacernos libres para vivir grandes aventuras. Los besos a los sapos no convencen a nadie.

Los castigos quedan prohibidos, sobre todo los relacionados con el hecho de “no portarse como un chico o una chica”. Y ya que estamos, quedan prohibidas las restricciones de chucherías (vale, va, esto es opcional)

¿Sabías que la Declaración de los Derechos del Niño y la Niña incluye el Derecho a Jugar como uno de los Derechos fundamentales? ¡Los niños y las niñas tenemos derecho a divertirnos porque es la base de nuestro crecimiento!

Nos gustará aprender que lo más importante no son los regalos, sino los valores que nos transmiten, pero lo más importante seguirán siendo los regalos.